sábado, 30 de septiembre de 2017

Llamados a la vida, para seguir a Jesucristo, como servidores fieles, en una Iglesia misionera

Ejercicios Espirituales. Curso 2017-2018.

Como es tradición desde hace algunos años, en nuestra diócesis se inicia el curso con la Semana de Pastoral (que ya cuenta dieciséis ediciones), la presentación de la Carta pastoral de D. Julián para este año (enmarcados dentro del Plan Pastoral 2015-2020) y la Eucaristía que concluye con el rito del envío de todos los agentes de pastoral. Este año, como gran novedad y asunto que a todos nos debe importar e implicar, se dio lectura al Decreto por el que se inaugura un año Pastoral Diocesano Vocacional.
Nuestra comunidad, corazón de la diócesis, participa de este "ritmo", concluyendo nuestras vacaciones con la participación en la Semana de Pastoral y comulgando, como parte de la Iglesia local, del envío por parte de nuestro obispo. Nos sentimos especialmente partícipes de este año Pastoral Diocesano Vocacional, conscientes de la realidad y los desafíos pero no por ello desalentados, concienciados de que nos corresponde un papel importante que representar pero dispuestos a asumirlo, y convencidos de la importancia capital de comprometernos y trabajar por las vocaciones pero en comunión, pues el compromiso y el trabajo deben ser de todos.
Tras la Semana de Pastoral, nuestra comunidad se retira durante unos días para realizar ejercicios espirituales. Desde el lunes 25 al viernes 29 de septiembre, junto con nuestros hermanos del Seminario de Astorga, nos hemos "ejercitado" en la Casa de Espiritualidad de los Padres Dominicos. Aunque los ejercicios son algo marcadamente personal y, en nuestro caso concreto, han de servirnos de apuntalamiento en nuestra formación, no por ello tienen por qué estar desconectados de la comunidad y/o la realidad diocesana. Así, gracias a la dirección de D. Teodomiro, canónigo de la Colegiata de San Isidoro y director espiritual adjunto del Seminario Conciliar, y la apertura y disponibilidad al Espíritu hemos podido observar, meditar y profundizar en nuestra vocación. Con ello hemos logrado también alcanzar nuevas perspectivas y fundamentos con los que afrontar el año Pastoral Diocesano Vocacional.
La primera llamada que Dios nos hace es a la vida, la vocación a ser personas. Quizás abrumados por todo lo que sucede en nuestro mundo, nos olvidemos de que estamos rodeados por las maravillas de la creación, "cosas" y personas. No podemos perder la capacidad de admiración y contemplación, de gratitud, de reconocer la huella de Dios en nosotros ni en los demás, ni tampoco en la historia, de responder de una manera dinámica y esperanzada ante la vida y sus acontecimientos.
La segunda llamada con la que Dios nos interpela es la de seguir a su Hijo, Jesucristo. Es crucial profundizar cada día en el seguimiento a Jesucristo, en su mensaje pero especialmente en su persona, para no caer nunca en desfigurarle creyendo que ya lo conozco. "Seguir a Jesús es creer lo que él creyó, dar importancia a lo que él se la dio, interesarnos por lo que él se interesó, defender la causa que él defendió, mirar a las personas como él las miró, acercarnos a los necesitados como él lo hizo, amar a las gentes como él las amó, confiar en el Padre como él confió, enfrentarnos a la vida con la esperanza con que él se enfrentó". Y esto exige siempre una actitud de fidelidad y de conversión, humilde, confiada y paciente.
Finalmente, como seminaristas, la tercera llamada es a ser sacerdotes. Como sacerdotes debemos ser "signos sacramentales de Cristo Pastor", que existen y viven para la Iglesia. Nuestra misión es hacerle presente y visible y para ello debemos adquirir las actitudes espirituales de Jesucristo: confianza en Dios, misericordia, generosidad, abnegación, actitud testimonial y comunión con los hermanos.

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