miércoles, 29 de junio de 2011

Benedicto XVI, 60º aniversario de su ordenación sacerdotal

Hoy, solemnidad de San Pedro y San Pablo se cumplen 60 años de la ordenación sacerdotal de dos jóvenes hermanos alemanes Georg, el mayor, y Joseph Ratzinger, el pequeño de los tres hermanos. Con el tiempo, Dios quiso que Joseph, inclinado a la música y al estudio de la teología, de carácter tímido y exquisitamente educado, hogareño, fuera el sucesor del apóstol Pedro al frente de la Iglesia universal.
Es un buen día para rezar por el Papa Benedicto XVI, por su salud, por su ministerio incansable en favor de todos, para que el Señor le mantenga con las fuerzas y la lucidez que hasta ahora ha tenido como Cooperador de la Verdad (que ese es su lema papal).
Una oración y un recuerdo agradecido a nuestro Santo Padre desde la comunidad del Seminario de León.

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martes, 28 de junio de 2011

La vocación a la Vida de Laura

Laura es una joven de nuestra diócesis de León que participa de casi todas las actividades de la Pastoral Juvenil, como retiros y encuentros. Ahora está preparando con mucha ilusión la JMJ de Madrid 2011. Con motivo de la Semana de Pastoral de la Salud, dedicada a los jóvenes y la enfermedad, escribió este testimonio de su propia experiencia de vida con la minusvalía que sufre. Nos lo ha hecho llegar porque se lo hemos pedido; es un muy buen ejemplo de vocación a la vida y de fortaleza. ¡Feliz Verano!



Se dice que un niño da sus primeros pasos a partir del año y medio, mis primeros pasos fueron más tardíos, pero mucho más esperados. Nací un 16 de julio de 1971, un parto difícil, en el que mi vida quedo marcada con una parálisis cerebral, unos segundos de falta de oxigeno, y toda una vida de consecuencias.Me gustaría que intentaseis pensar lo que es una infancia sin juegos, sin carreras, sin caídas, sin patadas a un bacón, o peinar a las muñecas, saltar a la comba, jugar al escondite…a cualquier juego que el resto de los niños de mi edad jugaban, soñaba, añoraba y lloraba por ser como mis hermanas.Mi familia día a día se preocupaba por mí, yo era lo primero en todo, me hacían sentir muy importante, así como en la calle me sentía de menos, mi familia siempre intento suplir ese sentimiento arropándome en todo momento.La preocupación de unos padres, que poco a poco tienen qué aprender lo que es esta enfermedad, a asumirla primero y así ayudarme a mí hacerlo, lleva a buscar los mejores cuidados para buscar desesperadamente una mejora en las condiciones de mi vida.Con cuatro años llego a un centro situado en Bilbao, especialista en tratar casos como el mío, también hay que entender que él aquellos años los avances no son como ahora, pero ese internamiento, esa estancia en aquel sitio, me enseño a afrontar mi enfermedad, a luchar contra ella, a controlar dentro de lo posible mi cuerpo, mis movimientos, a leer a ser lo que ahora soy, sobre todo a ser una superviviente.A los ocho años me operaron de los pies, ya que no era capaz de andar, esa operación marco un antes y un después, por fin, y con un poco de retraso, di mis primeros pasos, lo recuerdo perfectamente ya que fue el día antes de hacer mi primera comunión.Después de un sin fin de ejercicios, para aprender a mover mis músculos, mis pies, mis manos, baños en la piscina, consultas con el logopeda para vocalizar mejor, visitas de psicólogos y maestras que nos daban clases a diario, mi periordo en Bilbao termino.A los catorce años volví a mi pueblo, después de diez años fuera, y con la recomendación de mi antiguo colegio, y con muchas trabas empecé a acudir a las escuelas municipales. Allí me encontré con un sistema que no estaba preparado, con unas maestras sin intención de esforzarse, y con una de las primeras discriminaciones que tuve que asumir, y aunque el sistema no se adaptase, siempre hay personas que se adelantan, como mi maestra Maria, que traía preparadas clases para mi de su casa, y que su atención quedara en mi recuerdo para siempre.Si difícil es la niñez, la llegada de la adolescencia, como para cualquiera, supuso un sin fin de rabietas, no por sentirme como los demás, sino por que los demás me sintiesen como ellos, con ganas de salir, de divertirme, y como no de enamorarme, de experimentar, de investigar, de saber o hacer como si sabes, de ponerme vestidos nuevos, de maquillarse por primera vez, de tener una confidente, de salir con mi grupo de amigas…pero eso estaba limitado, ya que mi entorno, no entendía mi enfermedad, no les culpo, pero en aquel momento me dolía su falta de solidaridad y de empatia, que afortunadamente suplía con mi familia, en especial con mi hermana Gemma, hermana, amiga y confidente.Si enumerase los cambios, que estos años han cursado en mi vida, destacaría la serenidad, la filosofía de enfrentarme a todo lo que me sucede, nunca diría que asumo plenamente mi enfermedad, o que soy consciente, pero si he aprendido a convivir con ella, a quitarme todos los complejos, la vergüenza, o la impotencia de que me mirasen diferente, ya no tengo las preocupaciones de si salgo o entro, de si me hacen caso o no, me preocupa mi futuro, como a todos, la incertidumbre de lo que pasara, pero se que saldré victoriosa, como del resto de etapas de que he vivido, por que se que cuanto con personas que me apoyan, que están a mi lado, y ante todo, por que he aprendido a Vivir el presente, y eso es lo que todos, sin distinción debemos hacer, vivir el presente y disfrutarlo al máximo.
LAURA MONJE DEL CASTILLO
26 mayo de 2011

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lunes, 20 de junio de 2011

Gracias a ellas... "Pro Orantibus"

Ahora que estamos terminando el curso, con los últimos exámenes  y revisiones ya en el horizonte, es tiempo de volver la vista atrás y ver lo que ha sido todo este año.
Como siempre, el curso ha sido un tiempo de gracia, que Dios nos ha concedido para crecer como comunidad humana y vocacionada. Del seminario se ven los estudios, las tareas de apostolado y de testimonio, las ocupaciones variadas de la vida de un seminarista...
Pero no todo lo importante se ve... Nuestro caminar también está sostenido por la oración silenciosa de nuestras hermanas contemplativas que, día a día, rezan por nosotros, pidiendo al Señor que tengamos el don de la perseverancia y de la alegría en el seguimiento.
Ayer, domingo 19 de junio, celebraba toda la Iglesia la Jornada Pro Orantibus ( por ser el Domingo de la Stma. Trinidad). Al menos en este día, ojalá no sea el único, nos acordamos de modo especial de los monjes y las monjas contemplativos.
Es de justicia que manifestemos nuestra gratitud profunda hacia las monjas contemplativas de la diócesis de León, nuestras Hermanas clarisas del Monasterio de la Santa Cruz, las Carmelitas descalzas, las Benedictinas de León, Sahagún y S. Pedro de las Dueñas y tantas otras comunidades, que tienen al Seminario como objeto de sus oraciones y que nos "apadrinan" a todos nosotros con su intercesión constante.
¡GRACIAS!

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lunes, 6 de junio de 2011

Mensaje del Papa Benedicto XVI para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales

Verdad, anuncio y autenticidad de vida en la era digital

Queridos hermanos y hermanas

Con ocasión de la XLV Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, deseo compartir algunas reflexiones, motivadas por un fenómeno característico de nuestro tiempo: la propagación de la comunicación a través de internet. Se extiende cada vez más la opinión de que, así como la revolución industrial produjo un cambio profundo en la sociedad, por las novedades introducidas en el ciclo productivo y en la vida de los trabajadores, la amplia transformación en el campo de las comunicaciones dirige las grandes mutaciones culturales y sociales de hoy. Las nuevas tecnologías no modifican sólo el modo de comunicar, sino la comunicación en sí misma, por lo que se puede afirmar que nos encontramos ante una vasta transformación cultural. Junto a ese modo de difundir información y conocimientos, nace un nuevo modo de aprender y de pensar, así como nuevas oportunidades para establecer relaciones y construir lazos de comunión.

Se presentan a nuestro alcance objetivos hasta ahora impensables, que asombran por las posibilidades de los nuevos medios, y que a la vez exigen con creciente urgencia una seria reflexión sobre el sentido de la comunicación en la era digital. Esto se ve más claramente aún cuando nos confrontamos con las extraordinarias potencialidades de internet y la complejidad de sus aplicaciones. Como todo fruto del ingenio humano, las nuevas tecnologías de comunicación deben ponerse al servicio del bien integral de la persona y de la humanidad entera. Si se usan con sabiduría, pueden contribuir a satisfacer el deseo de sentido, de verdad y de unidad que sigue siendo la aspiración más profunda del ser humano.

Transmitir información en el mundo digital significa cada vez más introducirla en una red social, en la que el conocimiento se comparte en el ámbito de intercambios personales. Se relativiza la distinción entre el productor y el consumidor de información, y la comunicación ya no se reduce a un intercambio de datos, sino que se desea compartir. Esta dinámica ha contribuido a una renovada valoración del acto de comunicar, considerado sobre todo como diálogo, intercambio, solidaridad y creación de relaciones positivas. Por otro lado, todo ello tropieza con algunos límites típicos de la comunicación digital: una interacción parcial, la tendencia a comunicar sólo algunas partes del propio mundo interior, el riesgo de construir una cierta imagen de sí mismos que suele llevar a la autocomplacencia.

De modo especial, los jóvenes están viviendo este cambio en la comunicación con todas las aspiraciones, las contradicciones y la creatividad propias de quienes se abren con entusiasmo y curiosidad a las nuevas experiencias de la vida. Cuanto más se participa en el espacio público digital, creado por las llamadas redes sociales, se establecen nuevas formas de relación interpersonal que inciden en la imagen que se tiene de uno mismo. Es inevitable que ello haga plantearse no sólo la pregunta sobre la calidad del propio actuar, sino también sobre la autenticidad del propio ser. La presencia en estos espacios virtuales puede ser expresión de una búsqueda sincera de un encuentro personal con el otro, si se evitan ciertos riesgos, como buscar refugio en una especie de mundo paralelo, o una excesiva exposición al mundo virtual. El anhelo de compartir, de establecer “amistades”, implica el desafío de ser auténticos, fieles a sí mismos, sin ceder a la ilusión de construir artificialmente el propio “perfil” público.

Las nuevas tecnologías permiten a las personas encontrarse más allá de las fronteras del espacio y de las propias culturas, inaugurando así un mundo nuevo de amistades potenciales. Ésta es una gran oportunidad, pero supone también prestar una mayor atención y una toma de conciencia sobre los posibles riesgos. ¿Quién es mi “prójimo” en este nuevo mundo? ¿Existe el peligro de estar menos presentes con quien encontramos en nuestra vida cotidiana ordinaria? ¿Tenemos el peligro de caer en la dispersión, dado que nuestra atención está fragmentada y absorta en un mundo “diferente” al que vivimos? ¿Dedicamos tiempo a reflexionar críticamente sobre nuestras decisiones y a alimentar relaciones humanas que sean realmente profundas y duraderas? Es importante recordar siempre que el contacto virtual no puede y no debe sustituir el contacto humano directo, en todos los aspectos de nuestra vida.

También en la era digital, cada uno siente la necesidad de ser una persona auténtica y reflexiva. Además, las redes sociales muestran que uno está siempre implicado en aquello que comunica. Cuando se intercambian informaciones, las personas se comparten a sí mismas, su visión del mundo, sus esperanzas, sus ideales. Por eso, puede decirse que existe un estilo cristiano de presencia también en el mundo digital, caracterizado por una comunicación franca y abierta, responsable y respetuosa del otro. Comunicar el Evangelio a través de los nuevos medios significa no sólo poner contenidos abiertamente religiosos en las plataformas de los diversos medios, sino también dar testimonio coherente en el propio perfil digital y en el modo de comunicar preferencias, opciones y juicios que sean profundamente concordes con el Evangelio, incluso cuando no se hable explícitamente de él. Asimismo, tampoco se puede anunciar un mensaje en el mundo digital sin el testimonio coherente de quien lo anuncia. En los nuevos contextos y con las nuevas formas de expresión, el cristiano está llamado de nuevo a responder a quien le pida razón de su esperanza (cf. 1 P 3,15).

El compromiso de ser testigos del Evangelio en la era digital exige a todos el estar muy atentos con respecto a los aspectos de ese mensaje que puedan contrastar con algunas lógicas típicas de la red. Hemos de tomar conciencia sobre todo de que el valor de la verdad que deseamos compartir no se basa en la “popularidad” o la cantidad de atención que provoca. Debemos darla a conocer en su integridad, más que intentar hacerla aceptable, quizá desvirtuándola. Debe transformarse en alimento cotidiano y no en atracción de un momento.
La verdad del Evangelio no puede ser objeto de consumo ni de disfrute superficial, sino un don que pide una respuesta libre. Esa verdad, incluso cuando se proclama en el espacio virtual de la red, está llamada siempre a encarnarse en el mundo real y en relación con los rostros concretos de los hermanos y hermanas con quienes compartimos la vida cotidiana. Por eso, siguen siendo fundamentales las relaciones humanas directas en la transmisión de la fe.

Con todo, deseo invitar a los cristianos a unirse con confianza y creatividad responsable a la red de relaciones que la era digital ha hecho posible, no simplemente para satisfacer el deseo de estar presentes, sino porque esta red es parte integrante de la vida humana. La red está contribuyendo al desarrollo de nuevas y más complejas formas de conciencia intelectual y espiritual, de comprensión común. También en este campo estamos llamados a anunciar nuestra fe en Cristo, que es Dios, el Salvador del hombre y de la historia, Aquél en quien todas las cosas alcanzan su plenitud (cf. Ef 1, 10). La proclamación del Evangelio supone una forma de comunicación respetuosa y discreta, que incita el corazón y mueve la conciencia; una forma que evoca el estilo de Jesús resucitado cuando se hizo compañero de camino de los discípulos de Emaús (cf. Lc 24, 13-35), a quienes mediante su cercanía condujo gradualmente a la comprensión del misterio, dialogando con ellos, tratando con delicadeza que manifestaran lo que tenían en el corazón.

La Verdad, que es Cristo, es en definitiva la respuesta plena y auténtica a ese deseo humano de relación, de comunión y de sentido, que se manifiesta también en la participación masiva en las diversas redes sociales. Los creyentes, dando testimonio de sus más profundas convicciones, ofrecen una valiosa aportación, para que la red no sea un instrumento que reduce las personas a categorías, que intenta manipularlas emotivamente o que permite a los poderosos monopolizar las opiniones de los demás. Por el contrario, los creyentes animan a todos a mantener vivas las cuestiones eternas sobre el hombre, que atestiguan su deseo de trascendencia y la nostalgia por formas de vida auténticas, dignas de ser vividas. Esta tensión espiritual típicamente humana es precisamente la que fundamenta nuestra sed de verdad y de comunión, que nos empuja a comunicarnos con integridad y honradez.

Invito sobre todo a los jóvenes a hacer buen uso de su presencia en el espacio digital. Les reitero nuestra cita en la próxima Jornada Mundial de la Juventud, en Madrid, cuya preparación debe mucho a las ventajas de las nuevas tecnologías. Para quienes trabajan en la comunicación, pido a Dios, por intercesión de su Patrón, san Francisco de Sales, la capacidad de ejercer su labor conscientemente y con escrupulosa profesionalidad, a la vez que imparto a todos la Bendición Apostólica.

Vaticano, 24 de enero 2011, fiesta de san Francisco de Sales.



BENEDICTUS PP. XVI

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viernes, 3 de junio de 2011

Foto comunidad curso 2010-11

Para que podáis conocernos mejor, esta es la foto de nuestra comunidad, formadores y seminaristas, en el curso 2010-11, que ya estamos terminando.

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