martes, 31 de mayo de 2011

Mes de Mayo: MIRANDO A MARÍA

Hoy termina el mes de mayo con la fiesta de la Visitación de la Virgen María a su prima Santa Isabel. Este mes siempre tiene en nuestra comunidad un acento especial, por ser el mes de la Virgen.
Después de la cena, cada día, vamos a la capilla a tener un breve rato de oración junto a la querida imagen de la Virgen Inmaculada. Una imagen que, además de hermosa, tiene un especial significado para los sacerdotes y  seminaristas de nuestra diócesis de León. Ella ha acompañado, con su presencia de Madre, a muchísimas generaciones de jóvenes que se han sentido acompañados en su camino vocacional por la que supo entregarse por completo a Dios con un "sí", un "fiat", que cambió para siempre la historia.
Este año hemos tenido como guía de nuestra oración mariana el texto del beato Juan Pablo II "Rosarium Virginis Mariae" (El Rosario de la Virgen María). Cada noche hemos leido en comunidad un número de esta carta apostólica que escribió en el año 2002. Así hemos podido mirar a María con la mirada de un gran enamorado de la Virgen como fue JP II.
En este texto el beato nos propone el rosario como un tesoro que debe ser recuperado en nuestro tiempo, pues gracias a la meditación de sus misterios aprendemos a contemplar a Cristo y a seguirlo de la mano de María.

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Permaneced en mi

Una de los elementos decorativos que más llama la atención a los que visitan nuestro seminario es una "parra" de papel que está colocada a la entrada del piso tercero, donde habitamos, precisamente a la entrada de la capilla.
Muchos nos preguntan por su significado. Tiene la particularidad de que en sus hojas está escrito el nombre de cada uno de los que formamos la comunidad, nuestro obispo D, Julián, los seminaristas y los sacerdotes.
Cada año se va añadiendo el nombre de los nuevos compañeros y quitando el de aquellos que van siendo ordenados.
Seguro que recordáis que Jesús en el Evangelio dijo a sus discípulos: "Yo soy la vid, vosotros los sarmientos, permaneced en mi" (Juan 15,9).
Eso es lo que quiere significar esta decoración; que queremos permanecer unidos cada día a Él, porque sólo así podremos crecer en la vocación hasta llegar a dar fruto abundante. Si nos separamos del tronco, que es Cristo, somos como un sarmiento separado de la vid, se seca y se vuelve estéril.

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martes, 24 de mayo de 2011

HOMENAJE A LOS SACERDOTES EN SUS BODAS DE ORO

El pasado día 23 de mayo nuestro seminario se unió al presbiterio de la diócesis para celebrar la fiesta sacerdotal de este año 2011. La ocasión sirvió, como suele ser tradicional en estas fechas, para homenajear a los 14 sacerdotes que este año celebran el 50º aniversario de su ordenación. Recogemos, a continuación, las palabras de acción de gracias que les dirigieron nuestros seminaristas:

“La piel se arruga, el pelo se vuelve blanco, los días se convierten en años, pero lo importante, no cambia. Vuestra fuerza y convicción no tienen edad. Detrás de cada línea de llegada, hay una partida. Detrás de cada logro, hay otro desafío”.

En el día de hoy, los seminaristas queremos ofreceros unas palabras de reconocimiento y admiración, por todos estos años de servicio y de entrega de la propia vida, siguiendo las huellas de Cristo. Ese mismo Cristo que un día ya lejano, os llamo a venir a esta casa, en la que tantas generaciones de sacerdotes se han forjado bajo el amparo de la Inmaculada Concepción. Hoy somos otros los que la ocupamos, y aunque traemos otras ideas, otros caminos, otros sueños… la esencia permanece, lo importante, no cambia. Vemos reflejadas en todos vosotros nuestras ilusiones de juventud. Sois quienes nos vais a entregar el testigo, para que el nombre de Cristo no deje de resonar en el mundo. Y eso para nosotros es lo más importante.

Dice el tango que veinte años no son nada, vosotros sois el testimonio vivo, de que cincuenta años vividos en Cristo no son nada. Nos gustaría poder preguntaros que ha sido lo más importante de estos años, de donde habéis sacado fuerzas para llegar a estas bodas de oro sacerdotales. Pero no hace falta preguntar, ya nos habéis respondido, nos responden esas arrugas, esas canas, que nos hablan de tantos días y tantas noches sin descanso: de un día que llamaban en mitad de la noche para llevar una extremaunción, de aquella obra en la parroquia que parecía que no acababa nunca, de aquellas nevadas, de aquellos fríos… Pero también vemos en vosotros la satisfacción del trabajo bien hecho; la alegría de los padres que bautizan a su primer hijo, la ilusión de los novios que estrenan un proyecto de vida en común, la sonrisa agradecida de aquel feligrés en el que supisteis ver el rostro de Cristo…

Para nosotros, jóvenes seminaristas, lo más importante es la perseverancia, y en esto como en tantas otras cosas nos dais ejemplo. Miradnos con benevolencia, pues somos todavía unos pipiolos, nos queda mucho por hacer y sobre todo mucho en lo que equivocarnos. Hoy en día todo parece ser de usar y tirar, hasta los más altos ideales son a veces rápidamente abandonados por nuestros quintos. Sin embargo en medio de esta realidad queremos comprometernos de por vida con Cristo. Y vuestro ejemplo será sin duda una llamada a la esperanza y un acicate para seguir con toda ilusión la carrera de la Fe.

Y al final, ¿al final que se dice?, la verdad no lo sé, yo solo estoy al principio. Ojala algún día pueda estar sentado ahí enfrente sabiendo que he dedicado mi vida por entero a Cristo, como estoy seguro habéis hecho todos vosotros. Antes en las ordenaciones sacerdotales, por ser el día del patrón de los seminarios, se decía que había vuelto a florecer la vara de San José, quizás hoy debiéramos decir que ha dado fruto y fruto abundante. ¡Enhorabuena!

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Todos sois bienvenidos...

El pasado jueves 19 de mayo, dos grupos de alumnos del Colegio de la Asunción de León, acompañados de una religiosa y una profesora tutora, visitaron nuestro seminario.
Habían estudiado en clase de religión acerca de la vocación sacerdotal y, ahora, querían completar la teoría viendo en la práctica cómo se forman los futuros sacerdotes. Después de ver el corto vocacional "El sacerdote, testigo de la misericordia", les guiamos por las instalaciones, para que conocieran las clases, los patios, las salas de ocio y, desde luego, lo más importante, las capillas.
Fue una experiencia muy grata para nosotros, seminaristas y formadores que les acompañamos y, esperamos, que también para ellos y ellas.
Recordad que nuestra casa está abierta, si quieres conocernos, no dudes en venir, nuestra casa es también la vuestra.
Un saludo a tod@s los alumnos de bachiller de la Asunción.

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domingo, 15 de mayo de 2011

XLVIII JORNADA MUNDIAL DE ORACIÓN POR LAS VOCACIONES


Oración
Jesús, Pastor bueno,
siguiendo tu ejemplo y tu mandato
nos ponemos en estado de oración insistente y confiada
y rogamos al Señor de la mies
que envíe trabajadores a tu Iglesia.
Que las Iglesias particulares,
las comunidades parroquiales, las familias cristianas
y los cenáculos vocacionales
se llenen de vitalidad para proponer con valentía
y promover con esmero
las vocaciones al laicado, a la vida consagrada
y al ministerio presbiteral, para la extensión de tu reinado.
Tú, Señor, no dejas de seguir llamando también hoy
a los que has elegido para la vida de especial consagración.
Da a los llamados la disponibilidad gozosa de decirte «SÍ».
María Virgen, la gran acogedora del plan divino,
sé su modelo e intercesora. Amén.

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martes, 10 de mayo de 2011

10 de mayo: San Juan de Ávila, patrono del clero secular español

Juan significa: "Dios es misericordioso".
San Juan de Avila tuvo el privilegio de ser amigo y consejero de seis santos: San Ignacio de Loyola, Santa Teresa, San Juan de Dios, San Francisco de Borja, San Pedro de Alcántara y Fray Luis de Granada. Dicen que él es la figura más importante del clero secular español del siglo 16.
Nació en el año 1500. De una familia muy rica, al morir sus padres repartió todos sus bienes entre los pobres y después de tres años de oración y meditación se decidió por el sacerdocio. Estudió filosofía y teología en la Universidad de Alcalá y allá hizo amistad con el Padre Guerrero que fue después arzobispo de Granada y su amigo de toda la vida.
Desde el principio de su sacerdocio demostró una elocuencia extraodinaria. El pueblo acudía en gran número a escuchar sus sermones donde quiera que él iba a predicar. Cada predicación la preparaba con cuatro o más horas de oración de rodillas. A veces pasaba la noche entera ante un crucifijo o ante el Santísimo Sacramento encomendando la predicación que iba a hacer después a la gente. Y los resultados eran formidables. Los pecadores se convertían a montones. A sus discípulos les decía: "Las almas se ganan con las rodillas". A uno que le preguntaba como hacer para lograr convertir a alguna persona en cada sermón, le dijo: "¿Y es que Ud. espera convertir en cada sermón a alguna persona?". "No, ¡eso no!", respondió el otro. "Pues por eso es que no los convierte", le dijo el santo, "porque para poder obtener conversiones hay que tener fe en que sí se conseguirán conversiones. ¡La fe mueve montañas!."
A otro que le preguntaba cuál era la principal cualidad para poder llegar a ser un buen predicador, le respondió: "La principal cualidad es: ¡amar mucho a Dios!".
Pidió viajar de misionero a América del sur, pero su amigo el Arzobispo de Granada le dijo: "Aquí en España también hay muchos a quienes misionar y evangelizar. ¡Quédese predicando entre nosotros!". Le obedeció y se dedicó a predicar por Andalucía, por todo el sur de España. Y las conversiones que conseguía eran asombrosas. Su predicación era fuerte. No prometía vida en paz a quienes querían vivir en paz con sus pecados, pero animaba enormemente a todos los que deseaban salir de su anterior vida de pecado. Un gran número de sacerdotes le seguía para ayudarle a confesar y colaborarle en la catequesis de los niños y en la administración de los sacramentos. Ricos y pobres, jóvenes y viejos, todos acudían con gusto a escucharle.

Dios le concedió a San Juan de Avila la cualidad especialísima de ejercer un gran ascendiente sobre los sacerdotes. Por eso el Sumo Pontífice lo ha nombrado "Patrono de los sacerdotes españoles". Bastaba con que lo vieran celebrar misa o le oyeran un sermón para que los sacerdotes quedaran muy agradablemente impresionados de su modo de obrar y predicar. Y después en sus sermones, ellos estaban allá entre el público oyéndole con gran atención. El sabio escritor Fray Luis de Granada se colocaba cerca de él, lápiz en mano, e iba escribiendo sus sermones. De cada sermón del santo, sacaba el material para predicar luego diez sermones. Los sacerdotes decían que el Padre Juan de Avila predicaba como si estuviera oyendo al mismo Dios.

Fue reuniendo grupos de sacerdotes y por medio de hacerles meditar en la Pasión de Jesucristo y en la Eucaristía y de rezar y recibir los sacramentos, los iba enfervorizando y después los enviaba a predicar. Y los frutos que conseguía eran inmenoss. Unos 30 de esos sacerdotes se hicieron después Jesuitas. Otros colaboraron con la redforma que San Juan de la Cruz y Santa Teresa hicieron de los padres Carmelitas y muchos más llenaron de buenas obras las parroquias con su gran fervor.

Un día en Granada, mientras San Juan de Avila pronunciaba un gran sermón, de pronto se oyó en el templo un grito fortísimo. Era San Juan de Dios que había sido antes militar y comerciante y que ahora se convertía y empezaba una vida de santidad admirable. En adelante San Juan de Dios tendrá siempre como consejero al Padre Juan de Avila, a quien atribuirá su conversión.

Los enemigos y envidiosos lo acusaron de que su predicación era demasiado miedosa y de que se proponía hacer que las gentes fueran demasiado espirituales. Y el santo fue llevado a la cárcel y allí estuvo de 1532 a 1533. Aprovechó su prisión para meditar más y crecer en santidad. Cuando se le reconoció su inocencia y fue sacado de la prisión el pueblo lo ovacionó como a un héroe.
A muchas personas les dio dirección espiritual por medio de cartas. Después reunió una colección de esas cartas y las publicó con el título de "Oye hija" y fue un libro muy afamado y que hizo gran bien a los lectores.
Su devoción a la Virgen era tan grande que lo hacía exclamar: "Más preferiría vivir sin piel, que vivir sin devoción a la Virgen María". Fundó más de diez colegios y ayudaba mucho a las universidades católicas. Su autoridad y su ascendiente eran muy grandes en todas partes.
Sus últimos 17 años fueron de enormes sufrimientos por su salud que era muy deficiente. En él se cumplía aquello que dijo Jesús: "Mi Padre, al árbol que más quiere, más lo poda, para que produzca mayor fruto". Pero aunque sus padecimientos eran muy intensos, no por eso dejaba de recorrer ciudades y pueblos predicando, confesando, dando dirección espiritual y edificando a todos con su vida de gran santidad. Tres temas le llamaban mucho la atención para predicar: la Eucaristía, el Espíritu Santo y la Virgen María.
Una de sus cualidades más admirables era su gran humildad. A pesar de sus brillantes éxitos apostólicos, siempre se creía un pobre y miserable pecador. Cuando estaba agonizante vio que un sacerdote lo trataba con muy grande veneración y le dijo: "Padre, tráteme como a un miserable pecador, porque eso es lo que he sido y nada más".
Cuando en su última enfermedad los dolores arreciaban, apretaba el crucifijo entre sus manos y exclamaba: "Dios mío, si sí te parece bien que suceda, está bien, ¡está muy bien!".
El 10 de mayo del año 1569, diciendo "Jesús y María" murió santamente. Fue beatificado en 1894 y el Papa Pablo VI lo declaró santo en 1970.

San Juan de Avila: tú que con tus sermones lograste tantas conversiones de pecadores, alcánzanos del Señor Dios, que también nosotros nos convirtamos.

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viernes, 6 de mayo de 2011

HOMENAJE Y DESPEDIDA A NUESTRA QUERIDA JOSEFA

Esta tarde hemos celebrado la jubilación de Josefa, una de las trabajadoras que ha servido al seminario durante la friolera de 27 años. En el acto de homenaje que hemos querido hacerle se han leido las palabras que ahora colgamos en nuestro blog. Sirvan desde aquí para seguir expresando nuestra gratitud a nuestra querida Josefa por todo lo que ella ha dado a este seminario:
"Solemos escuchar y decir en distintas ocasiones que el seminario no es sólo un enorme y frío edificio, sino las personas que lo formar y que le dan vida. Y si miramos a las personas que son nuestro seminario aquí nos encontramos con muchos rostros, con muchas historias, con muchas vidas… Están los seminaristas, los principales protagonistas, los que justifican la existencia de esto que llamamos seminario, y con ellos estamos los formadores, profesores, párrocos… Todos intentamos hacer camino juntos, animándonos los unos a los otros.
Pero entre este elenco de quienes formamos esta casa contamos también con otros nombres y otras personas que van pasando por aquí sin hacer mucho ruido. Sois aquellos que ponéis a nuestra disposición vuestro trabajo para hacernos la vida más fácil. El seminario tampoco sería lo mismo sin vosotros: no sería lo mismo sin ese plato de comida caliente que nos espera puntualmente en la mesa cada día; no sería lo mismo sin el orden y la limpieza de quienes veláis para que todo esté en su sitio y como Dios manda; no sería lo mismo sin ese guardián de nuestras puertas que nos saluda cada mañana.
Por eso; porque también vosotros sois el seminario, porque os debemos mucho, aunque muchas veces no os lo decimos, queremos despedir hoy con todo nuestro reconocimiento y gratitud a quien ha estado prestándonos este servicio callado durante una buena parte de su vida.
Josefa: lo que hoy queremos decirte se resume fácilmente en una palabra muy sencilla, pero muy grande al mismo tiempo: ¡Gracias!
Gracias por tantos años de tu vida dedicados a nuestro querido seminario menor y a este seminario mayor en el que has realizado tu labor durante los últimos años. Gracias por tu trabajo sencillo y humilde, pero responsable y diligente al mismo tiempo. Gracias por la paciencia que has tenido con nosotros aguantando en ocasiones nuestras bromas y otras veces nuestros malos humores. Gracias por tu disponibilidad permanente para todo aquello que se ha necesitado de ti. Gracias por haber gastado aquí algunos de los mejores años de tu vida. Y gracias sobre todo por haberlo hecho siendo como eres: siempre con buena cara, siempre viva y despierta, siempre demostrando hacia nosotros cariño y comprensión. 
En este momento que quiere ser un homenaje a tu persona y un reconocimiento por tu trabajo en el seminario, también queremos expresarte nuestros mejores deseos para la nueva etapa de la vida que comienzas. Bien ganado te tienes el descanso y la tranquilidad. Disfruta de ellos en compañía de aquellos a los que más quieres. Que puedas disfrutar de tu jubilación con salud. Y, por último, te hacemos llegar nuestro deseo de que no te olvides totalmente de nosotros. Que lleves siempre un trocito de este seminario en tu corazón, igual que
nosotros llevaremos un trocito de tu persona en el nuestro. ¡Gracias y felicidades!"

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domingo, 1 de mayo de 2011

Celebrando la fe con la gente sencilla.

Una experiencia enriquecedora e inolvidable.
Hoy comparto contigo querido lector la experiencia de celebrar mi fe con la gente de los pueblos: Villalobar, cabreros del rio, Jabares de los Oteros entre otros. Siendo sincero contigo los pueblos me encanta por dos motivos: los pueblos son escuela de humildad y sencillez donde se va aprender; en segundo lugar el trato con las personas es más cercano, más familiar.
Te puedo asegurar que es una experiencia que no se olvida. He vivido momentos de alegría, de compartir con mis compañeros y amigos (Don Rubén, Luis) y citaré algunos de estos momentos especiales.
El Jueves Santo celebramos tres momentos especiales e importantes: La institución de la Eucaristía, La institución del sacerdote, el mandamiento del amor. Pues bien, en este clima de alegría y oración celebramos la misa con la gente de los pueblos antes citados, créeme que es un gusto ver con qué alegría y fe la gente participa en las celebraciones eucarísticas.
El viernes Santo, celebrábamos el via crucis, en esta celebración pude constatar mayor participación de los fieles. Una anécdota que merece ser citada es la experiencia en el pueblo de Jabares, celebramos los oficios, ahí conocí a una feligrés muy mayor, pero con una humildad y sencillez extraordinaria.
El viernes por la noche, en el pueblo Villalobar, tuvimos una procesión, en donde se recordaba la muerte del Señor, pues bien, en este clima de silencio y oración, era increíble ver a tanta gente participar en la procesión, pero lo llamativo era con que fe participaban, adultos, niños. Si alguien piensa que nuestros pueblos no tienen fe, se equivocan.
El sábado Santo, nos preparábamos para la noche santa, la vigilia en donde celebramos la resurrección de Jesucristo, el Hijo de DIOS. Celebramos dos vigilias, pues bien, como sabéis se bendice el fuego, llamado lucernario, en este ambiente de alegría, paso un acontecimiento “chistoso” y es que improvisamos un lucernario, o mejor dicho, una feligrés improviso el lucernario, pues bien, cuando se procedía a encender la maleza, se produjo una humareda increíble, a tal punto que hemos tenido que abrir las ventanas de la iglesia, para no intoxicarnos. Cosas de la semana santa.
El domingo celebramos la resurrección del Señor, muchísima gente participando en la misa (adultos, jóvenes, niños), sin duda alguna con su sencillez , sabían que celebramos lo central de nuestra fe : La Resurrección del Señor.
Es importante decir, que después de las celebraciones teníamos unos momentos para compartir con la gente. También parte de la aventura era, que teníamos que preparar la comida, organizarnos para la limpieza de la casa, fregar etc.
Que la alegría de Cristo resucitado, nos motive para seguir adelante con nuestra vida, con nuestras ilusiones y esperanzas, de parte de este servidor y el de mis compañeros recibid un saludo de alegría en Cristo Resucitado. ¡Aleluya!

Santos Ramírez


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